La leyenda del niño maya de Cansahcab

350 200 Cansahcab, Yucatán

Te hemos hablado de los aluxes, de la industria, de la flora y fauna… pero hoy toca hablarte de historias que son particularmente pertenecientes de Cansahcab y que son compartidas generación tras generación. ¿Quieres saber más? ¡Continua leyendo!

El niño maya de Cansahcab:

Cuenta la leyenda que, después de un duro día de trabajo en las milpas de yucatan el niño maya llega a su humilde choza, ya la madre les tiene preparado sencillos pero sabrosos guisos de la región que acompaña con atole de masa, chile tamulado y un cerro de tortillas calientitas hechas a mano.

El niño campesino rápidamente toma sus alimentos y comenta: “Tin bin xook” y se prepara para ir a clases. Ya bien bañadito, se pone su ropa de manta cruda y se dirige a la escuela, muy limpio pero descalzo. Algunas veces el niño maya no asiste a clases, o si lo hace es solo para aprender a leer y a escribir su nombre, por que sus padres piensan que para las futuras labores que le esperan esa habilidad es ya más que suficiente.

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El niño maya desde tiempos milenarios así ha vivido, podría decirse que es un mundo aparte en donde las carencias y penalidades que sufre en el hogar no las toma muy en cuenta. La fatigoza tarea lo hace muy feliz.
El niño maya no posee juguetes modernos ni los necesita. El mismo se encarga de ingeniar sus propios juguetes: papagayos, timbomba, balero aros con bejuco.
Sus amigos los árboles y flores le sirven para su entretenimiento: el flamboyán le da sus “machetes” o sus pequeños botones para descabezarlos jugando a los “gallitos” con el cedro y sus flores forma venaditos, burritos y aviones, el k’an lool y sus flores para reventar en su frente o entre sus manos; con los x’ jailes confecciona sus trompitos, con sus frutos del p’ich t’oon improvisa su juguete zumbador; el sirbuul y sus frutos negritos le sirven para jugar canicas y con el cañoto forma su flauta.

Cuando el niño se encuentra en el monte, los frutos delos árboles silvestres le sirven para deleitar su paladar: el chóoch, la piñuela, la grosella, el canisté, la ciruela y el bonete.

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A estos niños durante la época de lluvias es frecuente verlos tratando de atrapar a las multicolores mariposas que posan en los charcos, y sin duda alguna se les verá jugar con el verde sacuchero al que le ata un hilo en una de sus patitas para luego correr alegremente por los caminos pedregosos del pueblo guiándose por el peculiar zumbido de este animalito, sin que nadie se atreva a perturbarle está singular diversión que forma parte del mundo en que se desenvuelven estos chiquitines…

¿Interesante, no? Sin duda alguna esta es una versión más coloquial, un tanto distinta a la de antaño. Es curioso ver como la trascendencia cultural varía en todas las partes del mundo.

Información recuperada de: https://www.facebook.com/144766582827207/photos/a.161637417806790/299040230733174/?type=3&theater

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Cansahcab

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